EN MADRID CON UNA AMIGA DE RITA COMO TAXISTA
Ya salía yo con Rita, mi folla amiga y futura esposa, feliz y contento de dejar de hacerme pajas con el rocío madrileño en la barcarola de mi cama hundida como una barca entre guías de teléfono, pues ella me dijo:
-Yo voy a ayudarte cariño mío.
En la Plaza Marqués de Vadillo, yo quedaba con ella y, aunque ella se hacía de esperar, yo la esperaba hasta tres o cuatro horas, no importándome el tiempo, pues no podía perder sus amores de ninguna manera.
Un día, después de llevarla a casa para conocer a mis padres y mi hermana soltera, un poco tocada del ala, quedando maravillada de la cocina del piso, pues caían chorretones de aceite por sus paredes, le dije que me gustaría presentarle a mis siete hermanas casadas; a lo que ella me dijo que llamaría a su amiga Mayka para que hiciera de taxista, ya que, en ese entonces, ella no tenía coche, pero sí carnet de conducir.
-Mayka es muy maja, ya verás como sí viene, me dijo.
Ella vino raudo, como quien va o viene a una romería. Sí que era maja y muy amable. Con ella y por ella nos ganamos el dinero de un taxi.
Mira si era maja Mayka, que un día, estando en Sangenjo (Pontevedra) Rita y yo, junto con unos amigos de Iscar (Valladolid), Jaime y Ana, fuimos, por pasar el tiempo, a tomar algo a la cafetería de un hotel cercano al nuestro.
Jaime y yo nos adelantamos mientras Rita aparcaba el coche junto con Ana. Al atravesar un patio para alcanzar la cafetería, Jaime, que era cegato, casi ciego del todo, vio asomarse a un balcón a una preciosidad de mujer en bañador intentando colgar una toalla de baño para que se secase, diciéndome maravillado:
- Mira Daniel qué preciosidad sale al balcón; que son sus ojos como luceros. Es una sirena o la Virgen de Iscar que me va a sanar de la vista.
-Sí que es guapa, sí. Pero, ¡qué casualidad¡ Jaime, exclamé yo, asombrado. ¡Si es Mayka¡ Una amiga de Rita.
Ella, junto con su esposo, habían venido a este Hotel de vacaciones sin nosotros saberlo.
Al saludarnos, todos reímos; y Jaime, el pobre, no curó su ceguera.
-Ya verás cómo os encantan mis hermanas casadas, les dije yo a ellas.
Con alegría, recorrimos las calles de Madrid por ver, y ellas conocer, a mis hermanas; yo suspirando.
A la primera que visitamos fue a Angelines, que vivía en la calle Belmonte del Tajo; después, a María Luisa; que vivía en San Wenceslao; después, a Rosa, que vivía en Oporto; después, a Carmen, que vivía en Aluche; después, a Mari Tere, que vivía en Avenida del Mediterráneo; después, a Pilar y Juanita, que vivían en La Calle José Ortega y Gasset, antes Lista.
Todas ellas quedaron encantadas de Rita, alegrándose de que, al fin, asentara yo mi cabeza, y de tener la suerte de enamorarme de una preciosa chica que acababa de aprobar una oposición para el Banco de Bilbao. Rita y Mayka afirmaron que todas ellas eran muy simpáticas y hacendosas, junto con sus maridos.
De vuelta a mi casa de General Ricardos, todavía en el coche, yo le dije a Rita que la quería; que no la podía olvidar, y que, cuando yo encontrara un buen trabajo, nos casaríamos.
Antes de salir del coche, le dije a Rita:
-Eres hermosa en extremo. Mañana, si no le importa a Mayka el llevarnos, vamos a la Ermita de San Antonio de la Florida, ermita estrechamente vinculada al pintor Francisco de Goya, decorada con frescos de su propia manufactura, a ofrecerle nuestro amor al santo.
-Y para que os dure, yo le ofreceré unas flores; y a mí me consiga un novio, exclamó Mayka.
DANIEL DE CULLA